Hipmama y Ana Alvarez-Errecalde

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Hipmama y Ana Alvarez-Errecalde

«Una madre plena es lo más cercano que podemos tener como una moderna representación de una diosa. Negar a la madre erradicando la sabiduría y el instinto de las mujeres que la precedieron es negar la espiritualidad femenina. La violencia hacia las mujeres se inicia con la represión de su sexualidad, la apropiación de sus partos, la interferencia en todos los ciclos vitales y la creación de roles manipulados. Una madre negada negará a sus hijos su cuerpo y su presencia, de modo que todos terminan conformándose a una sociedad desatendida, no amada, desnutrida. La violencia consiste en fomentar carencias que instigan a un consumo desproporcionado insostenible y perverso. Una mujer feliz que acepta su cuerpo tal cual es y siente el placer de compartirlo con sus crías es en sí misma una revolución, puesto que deja de formar parte del engranaje que alimenta la enormidad de deseos insatisfechos de futuras mujeres y futuros hombres. Me interesa exponer esta violencia porque es el origen de muchas otras.»–Ana Alvarez-Errecalde en relación a la controversia que causó la portada de la nueva edición de Hip Mama, donde se publica un autoretrato amamantando a su niño y la posibilidad de poner o no esta foto de tapa a la venta en kioskos o poder compartirla en Facebook.

Bravo!

4 Comments
  • Alex
    Posted at 09:06h, 24 abril

    Genial! y Bravo!

  • Andrea
    Posted at 18:27h, 04 junio

    Me gustaría analizar la fotografía “Simbiosis” (2013) de la artista Ana Álvarez-Errecalde porque considero muy interesante la polémica que ha suscitado.

    A nivel formal la obra es una autorretrato de la fotógrafa con su hijo, un niño de unos 4 años y su descripción objetiva la siguiente: Ella está erguida en mitad de la fotografía con el torso desnudo, ligeramente ladeado hacia atrás y cogiendo a su hijo que está en su costado izquierdo, sostenido con su brazo. En la mano lleva una anillo con una piedra que parece ámbar que ocupa toda la falange del dedo corazón. El niño está disfrazado de superhéroe, el hombre araña, pero lleva la cabeza descubierta y la tiene recostada sobre el pecho de su madre, con una mano apoyada sobre el otro pecho, apretando su pezón. La figura de la mujer lleva una falda larga hasta los pies, tiene el rostro tapado con la máscara del disfraz de su hijo. En el ángulo izquierdo aparece proyectada la sombra de la mujer y el hijo unidos bajo la luz del atardecer y al otro lado, en el ángulo derecho y parte superior de la foto hasta el nivel del suelo la sombra de un árbol que se une a la sombra de la madre y el hijo. Madre e hijo no se miran, ella está mirando al espectador y el niño tiene la mirada hacia el suelo. El fondo es una pared de cemento y el suelo es de tierra, piedras y polvo.

    Recojo el artículo “Simbiosis Censurada” de Ibone Olza que habla acerca de la salida de portada de la revista Hipmama de la obra de Ana Álvarez-Errecalde, en la que Olza entrevista a Errecalde y subraya unas reflexiones de la artista sobre su obra que en la que se dice: “Aquí no hay supermadres” (…) y en las que la fotógrafa reflexiona argumentando: -“Para mi era una solución porque funciona como un punto de alarma sobre la situación de enfermedad de doble moral que sufre la sociedad (especialmente la norte americana que tiene un montón de prejuicios en torno a la lactancia). Preferí que la imagen estuviese intervenida (prefiero usar esta palabra a censurada) porque permite lugar al dialogo y a dar visibilidad a lo que me importa”.

    La problemática que plantea la artista gráfica no es menor, es un tema que afecta a toda la población en su conjunto, niños, mujeres y hombres, ya que lo que se pone en cuestión con está foto es el tema de la infancia, de la maternidad, de la lactancia y de la sexualidad femenina, cuestiones absolutamente profundas y fundamentales para nuestra sociedad, que en la foto de la artista se entrecruzan y mezclan dando como resultado su propia interpretación acerca de estos asuntos, de gran interés humano, y de cómo ella los vive, los siente y los expresa. Desde luego es indudable que la de Errecalde es una apuesta muy valiente, ya que ha hecho un retrato de lo que ella siente que forma parte de su vida, su maternidad, su cuerpo, su lactancia. Ahora bien, al ser una propuesta que incide en el pensar y el sentir de todas aquellas personas a las cuales estos temas les conciernen, es decir a buena parte de la sociedad, es importante desde mi punto de vista no “intervenir”, como dice la artista, ni censurar la foto como lo han hecho en la revista Hipmama (si interpreto correctamente se ha tratado de un caso de censura previa que ha ejercido la revista motivada por la opinión sobre la portada de ciertos puntos de venta de la publicación), si no más bien participar en el dialogo que la artista propone al lanzar este retrato al mundo, y que si habilita sin caer en la trampa de la censura o los dogmatismos, a poner en cuestión el discurso acerca de su obra haciendo una lectura critica de la misma y tal vez desvelar un “nivel más profundo” en aquello que dice o pretende decir con la imagen en cuestión.

    Los personajes. El primer punto que me gustaría analizar es la relación que se plantea entre las dos personas retratadas en la imagen, la madre y su hijo. En la obra se pueden apreciar dos actitudes distintas en los retratados que ponen sobre la mesa, desde mi punto de vista, varias cuestiones: 1. Que la relación que Errecalde sostiene en la fotografía es fundamentalmente con el espectador y no con su hijo, ya que es hacia al espectador hacia donde dirige su mirar enmascarado. 2. Que el niño es el que guarda una relación de dependencia con la madre, tanto afectiva como alimentaria, al estar mamando 3.El mostrar que el punto de enlace entre ambos es el pecho. 4. Que existe una posición asimétrica de las personajes, la posición del niño (lactante) que es sujeto por (de) la madre y la posición de la madre que no sabemos de quien es sujeto. Que dado el modo de posicionamiento de los personajes en el encuadre puede interpretarse que de la madre emana una actitud de poder, por el hecho de mirar fijamente y exhibir su torso desnudo, y del hijo vulnerabilidad por lo anteriormente descrito.

    La teta. Otra cuestión que me llama la atención es el encontrar desviado en su fin, lo que para mi es una lactancia, y el vínculo madre e hijo que implica. En toda lactancia, razonablemente, se produce un empoderamiento de la madre el cual ocurre por el propio hecho de poder dar amor y alimento a un hijo que depende enteramente del dicho amor y alimento. El problema desde mi punto de vista comienza cuando ese acto entre dos deja de pertenecer a la pareja madre-hijo para dirigirse fundamentalmente hacia otros testigos de la escena, en este caso el lente de la cámara y a través suyo a los receptores de la imagen. Así, del acto comunicativo materno-filial, se ha pasado al acto comunicativo entre la artista, su obra y el público, en las que quien sirve de nexo en ambas situaciones es el hijo, pero con fines muy diversos. Esto pone en juego desde mi punto de vista cuestiones relativas al poder, la dominación y la instrumentalización.

    La madre-hombre-araña. Algo que refuerza el sentido de lo expuesto en el párrafo anterior es la decisión de fotografiarse con la máscara de su hijo. Más allá de la explicación que propone Ana Álvarez Errecalde para su elección que aunque sin cuestionar su validez argumental, podemos ver más allá y observar que por una parte consigue reduplicar la idea de poder para ella, de modo que no solo es una mujer poderosa porque es capaz de dar el pecho a su hijo, sino que al mismo tiempo es un hombre poderoso, un superhéroe con unos poderes muy peculiares para atrapar a los malhechores, sus presas. Desde mi punto de vista, la consecuencia de aquello que interpreto como un redoblamiento fálico, es un acto de violencia, la decisión de la elección de travestirse a un ser masculino y superpoderoso como modo de expresar una lactancia es desde mi punto de vista un abuso de poder, para quien, para el hijo. En rigor de verdad, no hay supermadres como reza el artículo ni tampoco superhéroes ni mucho menos una combinación entre ambos.

    Así, Errecalde invistiéndose de un poder que viene del hijo, deja de ser solo madre para priorizar otra posición de poder por encima de la maternal, acaso la femenina, la de la artista, la masculina…eso no es un problema. El problema es que lo hace a expensas del ser más vulnerable de la relación, el hijo, quien en este caso, desde la perspectiva que observo está en juego, además de ser el hijo de esa madre donante, le funciona a ella, como el atributo que porta el guerrero, delegándole al lugar de siervo de un amo que a su vez le necesita para ser tal.

    La araña, no es cualquier elección. Todas son depredadoras, generalmente solitarias, de pequeños animales. Tienen glándulas venenosas en los quelíceros, con las que paralizan a sus presas. Producen seda, llamada tela de araña o telaraña, que usan para tejer redes de caza, tapizar refugios e incluso hacerse llevar por el viento.

    La sombra proyectada. Desde mi punto de vista es tal vez el elemento más perturbador. La sombra en la pared dibujada bajo la calida luz del atardecer es la imagen del personaje de la madre que se proyecta con aquello que ha reintegrado a su vientre, el hijo. De esta imagen podría hacer dos lecturas, la primera, entender la sombra como un embarazo, lo que sería desde mi punto de vista confundir dos estadios de la crianza de un hijo (bien diferenciados) en un mismo momento cronológico y la segunda, es interpretarla como la imagen de una madre con el estómago lleno (“¿de qué? o ¿de quien?”) acabada de descender de su tela de araña.

    Lo pornográfico. Acerca del debate que ha levantado en la red esta fotografía, sobre si la imagen que está en juego es pornográfica o no, personalmente considero que si. Está representación podría ser tomada como la de una maternidad, madre con niño mamando, hecho que por si mismo no es pornográfico ni en el caso de dar la “teta” en público ni por la razón de que la lactancia materna forme parte de la sexualidad femenina, sino lo que me resulta impúdico de la misma, es que la acción que se representa es de orden privado como acto comunicativo, mientras que aquí aparece como una ostentación, algo dirigido a otro como prueba de poder. El hijo es exhibido groseramente por aparecer contextualizado en una acción que si bien la incluye, difiere enormemente de lo intimo del acto de dar de mamar. De lo que somos testigos es de la figura de una madre-hombre-araña gozando con el hecho de excitar a un público (probablemente de género femenino) exhibiendo el empoderamiento como producto de su maternidad, no a la lactancia ni al hijo mismo.

    Lo que redobla lo conflictivo y que hace de esta representación “pornográfica” según mi entender, es que no hay una relación entre iguales, quiero decir una mujer y un hombre, una mujer con otra mujer, un hombre con otro hombre, etc. Personas con la misma capacidad intelectual y madurez emocional capaces de decidir si quieren o no quieren hacer público un acto de su vida íntima y privada, en este caso hay un menor y quien legitima su participación en la acción es su madre, el niño sólo parece partícipe por añadidura. Por todo lo expuesto, considero que estamos ante una representación en la que encontramos un claro ejemplo de una flagrante estructura de poder asimétrica aquí disimulada tras otros disfraces argumentales.

    También me resulta inquietante que una fotografía como esta se exhiba por ciertos medios de comunicación particulares en los que su efecto podría resultar en la emisión de un mensaje no sólo confuso sino también algo perverso si no mediase una mirada crítica al enfrentarse con ella. No cuestiono de modo alguno la posible intención primaria de la artista de promover, divulgar y defender la lactancia materna y los derechos sexuales de las mujeres, tal como ella señalaba para la revista Hipmama.

    Tal vez Ana Álvarez-Errecalde no tuviese intención alguna de decir lo que interpreto dice sin querer decirlo. Tampoco ella al tomar la fotografía consideró a los destinatarios de la misma como los lectores de la revista Hipmama ni a las defensoras de la lactancia materna o de maternidades alternativas a la que propone el establishment que promueve Nestlé, puesto que la imagen no fue hecha para la revista ni tampoco para ser divulgada vía Facebook, es en definitiva como ella enseña su vínculo con su hijo al mundo, lo que pretende decir o lo que dice sin pretenderlo.

    Sin embargo, considero que lo editores responsables de publicaciones o medios en general, deberían acogerse a códigos deontológicos respecto al material que seleccionan para sus publicaciones por supuesto siempre tomando como punto de partida la libertad de expresión y los derechos que asisten a los medios de difusión sean del tipo que fueren y a sus lectores, pero sosteniendo en primer lugar una mirada crítica y no oportunista cuando hablan sobre cuestiones de gran importancia social como es el caso de la lactancia materna. Se trata de una cuestión muy delicada porque refiere a la crianza, es decir a como las madres (y los padres) se posicionan respecto de su hijo y por tanto tiene una incidencia fundamental en las generaciones presentes y futuras.

    La foto no ha llegado a ser portada de la revista porque los centros de venta no han querido vender Hipmama con dicha portada y han pedido cambiarla. Este acontecimiento ha traído consigo una nueva dosis de empoderamiento adicional a la fotografía, ya que algunos defensores de la lactancia materna han “aprovechado” la circunstancia para nombrarla interpretar lo ocurrido como “censura” y utilizarlo como alimento en su posición combativa de la defensa de una opresión sexista que vive en nuestra sociedad que sin polemizar si es o no así, lo que si escapa a su análisis es haberse hecho la pregunta autocrítica acerca de que dice esta imagen en una lectura interpretativa no simplemente como bandera de la defensa de los derechos de la mujer. Puede ser también que no hayan reparado en que el fin no justifica los medios y que armas algo o bastante espurias como la utilización de una “madonna con su hijo” más que fomentar otros modos de maternidad, más libres, menos convencionales y afectados por la radicalidad del mercado, está confundiendo el imaginario colectivo acerca de lo que es la lactancia y la crianza de un hijo, puesto que mujeres, madres o futuras madres, al ver esta imagen podrían de no mediar la crítica, convertirla en el ícono de lo que sería una “buena madre” adscribiéndose al que tal vez sea el único lugar impúdico de la maternidad, aquel que convierte algo “del dar” en “el tomar”, lo que implica una apropiación indebida de un ser diferente por parte de una madre que se presenta como sedienta de poder y de un hijo que es presentado como efecto y no como afecto.

    Andrea Moreno Luchsinger. Madre de una hija de 21 meses aún lactante. Licenciada en Historia del Arte por la UCM y estudiante de filosofía en la UNED.

    • Ana Álvarez-Errecalde
      Posted at 22:24h, 05 junio

      Veo que este comentario es el mismo que ya Andrea ha dejado ayer en otro blog (http://iboneolza.wordpress.com/2014/04/22/simbiosis-censurada/). Me permito compartir la misma respuesta que di en ese espacio:

      No tengo tiempo para contestar a cada punto, aunque aprovecharé algunas de las cosas que ya le he comentado a Andrea a nivel privado para que queden expuestas en éste debate público:

      Aunque discrepo enormemente con lo que expone y considero que por diseccionar la imagen termina perdiendo el conjunto de lo que se transmite, obviando la verdadera semiótica que desvela la fotografía, respeto su opinión y agradezco el tiempo de reflexión que le ha dedicado a mi trabajo.

      Hablar de “pornografía” en la imagen me parece de una doble moral preocupante. Hoy en día cualquier visita al supermercado, cualquier revista, cualquier comercial de la TV, etc. ofrece imágenes de bebés vendiendo desde pañales a seguros de vida. Imágenes de niñas en poses y vestimenta no apropiada a la edad venden no sólo productos sino la falacia de una juventud eterna, la mujer-adorno, la mujer-objeto, la mujer-hueco. Un repaso por Facebook ventila fotografías de menores (incluida la niña de Andrea) que debido a la época en la que han nacido no llegarán jamás a conocer la posibilidad del anonimato (hay controles y cámaras en cada autopista. Una fotografía de satélite es capaz de desvelar la identidad de cualquier persona aún detrás de una ventana).

      “Simbiosis” no vende nada de todo esto. Mi hijo no está siendo manipulado ni lo he hecho pasar por la tortura de castings, ni me quedo con el dinero de algún contrato publicitario. De hecho fue él quien me pidió que le hagamos una foto de despedida a la teta.

      Me asombra que pueda verse abuso en una maternidad autoproyectada consciente y amorosa. ¿Cuál es el fin que persigue esta crítica más allá de una visión paternalista y aleccionadora? ¿Hasta que punto una crítica así no se traduce en el mero ataque de mujer a mujer que deja en evidencia la competitividad que nos han inculcado?

      Que Andrea firme como madre lactante de una niña de 21 meses denota el carácter competitivo de su texto:

      -¿Está bien proclamar por escrito, incluyéndolo en el breve curriculum de la firma, que damos la teta a nuestr@s hij@s pero no está bien mostrar el acto de amamantar? ¿o quiere posicionarse como mejor madre (mejor apta y calificada para hablar del tema puesto que lo incluye junto a su breve curriculum académico) porque amamanta a su niña de 21 meses pero considera que con cuatro años ya se puede decretar abuso?

      Cada uno de los puntos que menciona difieren tanto con mi propuesta como con mis argumentos conceptuales y simbólicos (incluido el tema de la araña y el “hombre”). Como esto no es una entrevista, sino un ensayo, no puedo permitirme exponer mis diferencias ni responder a cada una de sus interpretaciones. Su lectura sobre una relación de poder asimétrica deja en evidencia lo poco que creo que ha entendido sobre la relación simbiótica que establece la obra. En la cuál la relación es lo que queda formado a partir de la simbología de un traje “superpoderoso” que se completa. El vínculo: que tiene tanto de infantil como de adulto, tanto de lúdico como de desafiante. Si hubiera un “superhéroe” es simplemente el vínculo: ni hombre ni mujer, ni niño ni adulto. Una relación respetuosa y amorosa que en simbiosis es capaz de de afrontar con calma y atención cualquier desafío.

      La primera vez que compartí esta fotografía en Octubre del 2013 (que por cierto forma parte de una serie más grande que incluye mis reflexiones sobre la maternidad de mis tres hij@s, más una pérdida gestacional tardía) éste fue el comentario que había hecho sobre la obra: “Mi postura en relación a la maternidad, con la obra SIMBIOSIS http://www.alvarezerrecalde.com/ se aleja de la idea de SUPERMOM tanto como mi idea de mujer se aleja de la idea de SUPERWOMAN en general. En mi caso no considero la maternidad como un superpoder por encima de l@s hij@s, sino como una relación absolutamente simbiótica, en donde cada ser es completo por sí mismo pero se reinventa y se fortalece en la relación que establece con el/la otr@.”

      Una amiga que vive en USA, me ha enviado una fotografía de la revista Hip Mama en el supermercado de su barrio. Su niño, que es amigo de mis hijos, se asombró de saber que nosotros estábamos en la tapa. Le dijo a su mamá que en el próximo número quería salir él… Me quedé pensando si no será abuso de poder asumir que los niños son menos inteligentes o no pueden tomar decisiones. También pensé en la hipocresía de una sociedad enferma que ve abuso por hacer pública una fotografía mientras que ampara todas las decisiones que se ejercen en privado (aún aquellas que no respetan ni dan prioridad al bienestar de los pequeños como los castigos, la obligatoriedad de asistir a guarderías y parvularios, el destete cuando dicta el pediatra, perforar las orejas o circuncidar a los niños en USA por ejemplo) mientras se hagan sin levantar polvoreda.

      Tal vez otro de los aspectos de la obra que en algún momento también consideré queda hoy más que nunca desvelado: Mi cara enmascarada termina denotando tanto el acto subversivo que implica hoy en día dar y mostrar la teta como también me convierte en el verdugo quien así quiera puede ver.

      Un saludo ,

      Ana Álvarez-Errecalde

      • Maria Llopis
        Posted at 08:41h, 06 junio

        Gracias Ana, hermosas palabras!